Este año celebran en tu empresa una cena y te vas a apuntar. ¡Claro que sí! Que cada vez eres más del club sofá y manta y este año no has salido a darlo todo ni una noche, así que ¿por qué no? A disfrutar de la noche, a echarte unas risas y a acabar el año como se merece ¡por todo lo alto! Total, son gente con la que estás cada día ¿qué podría salir mal?

La cena bien, divertida. La comida un poco mediocre, pero no pasa nada. El vino y la cerveza corren a raudales y eso lo disimula un poco. En los postres eso ya parece una rave venida a menos y después de los postres hay tanta gente encima de las mesas que parece que estéis jugando al Twister.

Os invitan a iros del restaurante de forma muy educada y acabáis en un pub con reggaeton bien alto. Caen otro par de copas, que hay que integrarse.

Ahí decides que es el momento perfecto para intentar ligar con esa persona en la que llevas meses pensando. Te acercas, te apoyas en la barra con lo que crees que es una pose seductora e irresistible, pones tu mejor sonrisa (recuerda, llevas como 6 copas encima, en realidad pareces una hiena hambrienta y además tienes los dientes llenos de paluegos) y cuando vas a hacer el comentario sexy e ingenioso que llevas media hora ensayando mentalmente, pierdes el equilibrio, te resbalas y le tiras encima la copa que llevabas en la mano.

Lo siento, hoy te vuelves a casa en solitario. ¡Pero eh, lo que cuenta es participar!

Como consuelo, te diré que al día siguiente tus lagunas de la noche serán del tamaño de Saturno y apenas recordarás nada. la parte mala es que no todo el mundo bebió tanto como tú.

¿Con ganas de que llegue el lunes?